En 2001, una casa en el Pedregal de la Ciudad de México fue testigo del primer show de Moderatto, cuando presentaron su disco Resurrexión, un proyecto que jamás pensaron iría más allá y que en ese momento les daba la oportunidad de hacer música divertida y sin presiones a cinco músicos que habían dejado salir a sus alter ego.
Ayer, esos mismos músicos y sus alter ego, bajo el nombre de Moderatto, cerraron el ciclo de lo que fue un proyecto que se convirtió en un monstruo del rock pop mexicano.
Por última vez, Brian, Javi, Elohim, Roy y Mick Marcy se apoderaron del escenario del Palacio de los Deportes para hacerlo reventar con su música. Elegantemente vestido con camisa blanca, chaleco negro y pantalón a juego —casi como si fuera un homenaje al fantasma de la ópera—, Brian dio voz a Quemándome de amor y Zodiaco, mientras que Roy, Javi, Elohim y Mick hacían que eso fuera posible con la magia de sus instrumentos.
De la última gira que Moderatto hizo con su disco Rockea bien duro, donde la extravagancia de sus peinados y maquillaje era un tema que destacaba… ahora parecía que tendrían que hacer la despedida más sencilla, al igual que su imagen. Casi como si volvieran al inicio de la aventura de la banda, hace 23 años, los atuendos fueron más sencillos, pero eso era lo de menos mientras 18 mil malditos pecadores entonaron No podrás, de Cristian Castro.
“¡El detector de metal!”, gritó Brian para sólo alborotar aún más a sus fans que no dejaban de gritar al unísono en una ovación ensordecedora que le dio espacio a la llegada de Si mi delito es rockear, en la que Brian recibió un Dr. Simi de manos del público.