Le quedan varios recuerdos a Miguel España de una proeza que cumple 32 años cuando ganaron la Copa de Concacaf, el último torneo internacional de los Pumas.
Fue en un escenario insospechado, en La Habana, ante un equipo llamado Pinar del Río, “era 1990 y en realidad a los cubanos les agradaba mucho el futbol”.
Pumas asistió a esta maratónica edición de Concacaf -11 meses-, en calidad de subcampeón al perder en 1988 ante el América.
Eran torneos largos y desfasados y con poco atractivo, salvo jugar la Copa Interamericana que a nosotros nos tocó por derecho contra Atlético Nacional”, rememora.
Hay una estela de felicidad al nombrar a este equipo ganador, “porque fue el inicio de una de las etapas más bonitas con Miguel Mejía Barón. En Pumas siempre hay ciclos y el mío se alargó un poco más hasta conseguir los campeonatos”.
Y el honor de ser campeón de la zona no fue sencillo, “fue más difícil el camino que la propia final. De repente un viaje a Costa Rica o a Panamá que era de tres horas, se convertía en un suplicio de siete horas”, cuenta España.
La Copa de Campeones de Concacaf era un evento estrepitoso que se dividía hasta en tres zonas: Norte-américa, Centroamérica y el Caribe, de ahí que hubiera 11 meses de competencia. Pumas inició ante rivales de Estados Unidos y pasó a una segunda fase ante Plaza Amador de Panamá, Olimpia de Honduras y Herediano de Costa Rica. El Pinar del Río llegó tras vencer exclusiva-mente a rivales caribeños.
Era en realidad tener una esencia aventurera, “la pasamos bien en Cuba”, reitera Miguel España, “llegamos con anticipación y pudimos recorrer el país. Era austero como se sabe, pero con calidez. Pudimos ir antes del juego al Tropicana, el vie-jo cabaret de espectáculos donde había bailarinas de cuerpos impresionantes”.
El juego de ida culminó 1-1 en el estadio Pedro Marrero, un multiusos con una pista de atletismo alrededor.
Había mucho viento esa vez. Recuerdo que el gol que nos hacen es un tiro lejano increíble, hasta la fecha sigo preguntándome cómo entró, porque el balón voló en es-piral hasta que se le metió a Adolfo Ríos”.
La vuelta la saldó Pumas sin fricciones en Ciudad Universitaria por 3-1. Esperaron al segundo lapso para atraer con velocidad a los cubanos, un sello de este equipo fe-lino y con ello finiquitaron el juego.
El Ingiero Guillermo Aguilar Álvarez siempre ponderaba los éxitos internacionales, quería que Pumas sonara en el mundo. Para él era importante que el equipo trascendiera”, dice España.