China anunció este jueves la primera muerte por covid-19 en ocho meses, en un momento en que trata de frenar nuevos brotes a través de confinamientos y se prepara para la llegada de expertos de la Organización Mundial de la Salud para estudiar el origen de la pandemia.
La Comisión Nacional de Salud no ofreció detalles sobre el fallecimiento de esta nueva víctima del coronavirus, salvo que ha ocurrido en la provincia de Hebei, donde el gobierno ha confinado varias ciudades. La última muerte por coronavirus en China se remonta a mayo de 2020.
La comisión también informó que que se diagnosticaron 115 nuevos positivos del coronavirus SARS-CoV-2, de los cuales 107 fueron contagios locales.
Estos últimos se detectaron en su mayoría en la provincia nororiental de Hebei, escenario de un rebrote que ha llevado a las autoridades a sellar tres ciudades, entre ellas la capital provincial, donde se está realizando una segunda ronda de análisis de ácido nucleico a sus 11 millones de habitantes.
Los otros contagios locales se detectaron en la provincia de Heilongjiang y en la de Shanxi.
En cuanto a los otros ocho casos, diagnosticados a viajeros procedentes del extranjero, se dieron en Shanghái y en las provincias de Cantón y Fujian.
Un año después de la primera muerte, el origen del virus sigue siendo una incógnita
El origen del virus es el enigma científico más urgente del mundo, pero los expertos advierten que quizá nunca se encuentre una respuesta plausible, tras meses de investigación marcados por la desorganización, el secretismo de China y los rencores.
El sábado se cumplió un año desde la primera muerte de coronavirus confirmada en China, la de un hombre de 61 años que solía acudir al ahora tristemente famoso mercado de pescado de Wuhan.
Casi dos millones de muertes después, la pandemia está fuera de control en todo el mundo y ha causado decenas de millones de enfermos, el descalabro de la economía mundial y dado lugar a multitud de disputas y reproches entre países.
China, que ha controlado en gran medida la pandemia en su territorio, sigue poniendo trabas a los intentos independientes de averiguar los orígenes del virus y de dar respuesta a la cuestión central de cómo se transmitió de los animales a los humanos.
Quedan pocas dudas de que el virus que puso al mundo de rodillas por la pandemia que provocó, surgió en diciembre de 2019 en un mercado de pescado de la ciudad de Wuhan, en el centro de China, donde se vendían animales salvajes para su consumo, y se cree que el patógeno apareció en una especie de murciélago no identificada.
Pero las pesquisas terminan ahí, pues tropiezan una y otra vez en un batiburrillo de pistas que sugieren que el virus podría haberse originado previamente, fuera de Wuhan, o de teorías de la conspiración –alentadas por el presidente estadounidense, Donald Trump– que apuntan que el coronavirus habría sido creado en un laboratorio de Wuhan.
Establecer el origen es vital para poder atajar futuros brotes rápidamente, indican los virólogos. Esa pista podría marcar la pauta a la hora de tomar decisiones políticas sobre si hay que sacrificar poblaciones de animales, poner en cuarentena a las personas afectadas o limitar la caza de animales salvajes o los contactos entre humanos y animales.
«Si podemos identificar porqué [los virus] siguen emergiendo, podremos reducir las causas subyacentes» que los provocan, afirmó Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, una oenegé centrada en la prevención de enfermedades infecciosas.