El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, reconoció la noche del lunes que había sido “un día difícil” con la crisis desatada por la repentina dimisión de su viceprimera ministra, y ministra de Finanzas, Chrystia Freeland.
Freeland, que durante años había sido su mano derecha, presentó su dimisión de forma inesperada a primeras horas del lunes con una carta en la que reconoció discrepancias políticas con el primer ministro y lanzó veladas críticas a algunas de sus decisiones económicas.
La dimisión y, sobre todo, la forma de la renuncia, pilló por sorpresa a Trudeau, al gobernante Partido Liberal y al resto del mundo político canadiense. Tras el estupor inicial, los tres principales partidos de la oposición, así como algunos diputados liberales, solicitaron a Trudeau su dimisión inmediata.
Tras un día caótico en el que permaneció fuera del alcance de las cámaras, Trudeau participó en la noche del lunes en una reunión de emergencia del grupo parlamentario del Partido Liberal de Canadá para tratar la grave crisis política.
Aunque no ha trascendido lo que Trudeau dijo a sus diputados, algunos de los presentes señalaron tras la reunión que el partido no está unificado y que un número sin determinar de parlamentarios quiere que el primer ministro dimita de forma inmediata.