El 31 de julio pasado, el municipio de Calkiní, en Campeche, se convirtió en el centro de una polémica nacional.
Durante una festividad local, habitantes introdujeron serpientes, iguanas y otros animales silvestres en cántaros de barro para que menores de edad los rompieran, como si fueran piñatas.
El hecho, denunciado por ciudadanos y documentado en redes sociales, donde, además se compartieron videos, lo que abrió un intenso debate: ¿hasta dónde llegan los usos y costumbres cuando se trata del bienestar animal?


