Rafael Nadal probablemente no habría jugado ningún Grand Slam que no fuera el Abierto de Francia con su lesión crónica en el pie, para la que necesitó inyecciones para mitigar el dolor en París, dijo ayer el 14 veces campeón de Roland Garros.
El triunfo del español en la tierra batida parisina, con este mejoró su propio récord histórico en el torneo, le permitió alcanzar su vigésimo segundo Grand Slam, al aplastar al noruego Casper Ruud (6-3, 6-3 y 6-0), con lo que aventaja en dos títulos en el global histórico al suizo Roger Federer y al serbio Novak Djokovic.
Fue el “más inesperado” de sus títulos del Abierto de Francia, dijo ayer después de entrar cojeando en el brillante salón de un céntrico hotel de París. Cuestionado sobre si habría jugado algún otro Grand Slam con la lesión que le obligó a ponerse inyecciones para adormecer su pie, dijo: “Probablemente no”.
Hemos pasado por muchas emociones. Probablemente el (título) más inesperado y sorprendente, y todo lo que he tenido que hacer para jugarlo hace que el título sea uno de los más especiales”.
Nadal dijo que a causa de la lesión, que también le supuso llegar a París sin ningún título en la tierra batida europea, no confiaba en luchar por la conocida como Copa de los Mosqueteros. “Por supuesto que cuando llegas con una mala preparación como la que tuve, cada día es un reto: necesitas aumentar tu nivel de tenis cada día”, explicó el veterano de 36 años.
Nadal ha comenzado tradicionalmente sus campañas en el Abierto de Francia con al menos un título en tierra batida, pero este año llegó a la capital francesa con las manos vacías.