Crónicas del Poder
“…Basta de extorsiones y de impunidad: Javier Corral…”
Personalmente y como ciudadano desprecio el culto a la personalidad tanto como el servilismo político. Por esa misma razón creo con firmeza que en nuestros medios de aprendizaje y desempeños en el ejercicio del poder es indispensable reconocer el talento y controlar con inteligencia la vieja y “venerable” mezquindad que hace presa de nuestra índole de cultura política más de súbditos que de auténticos ciudadanos y ciudadanas.
Justamente por tal circunstancia decido abordar un tema que hoy está nimbado por temores, recelos y falsos pudores. De principio, refiero a la personalidad cívica de Javier Corral, personaje político chihuahuense que sin duda hace y hará presencia en el contexto político local y nacional. Empiezo por afirmar que su esmerado cuidado biográfico por el manejo del lenguaje y la comunicación es reconocido por todos, no hay el menor asomo de duda al respecto. Independientemente de las diversas actividades profesionales que ha desempeñado, más allá de las necesarias valoraciones y juicios que se puedan realizar o se hayan realizado en cuanto a la efectividad y el éxito social del resultado de su quehacer público, a todo lo largo de su ya notoria evidencia en los cargos que ha tenido bajo su responsabilidad.
Políticamente, sea en el plano legislativo o en el ejecutivo, la crítica que legítimamente pueda recibir y deba hacerlo, tendrá necesariamente que contener los claroscuros que cualquier actividad humana presenta; los argumentos, los datos, el rigor informativo y cognitivo, la metodología de abordaje que el análisis político profesional manifieste en la publicación diversa del ejercicio político de Javier Corral, será parte de una actividad que aun se encuentra en proceso de desarrollo vital e impacto colectivo, dado que el agente valorado y su práctica aún están plenamente vigentes en su actuación.
Encuentro sin el menor asomo de duda en Corral, una actitud poco común en el político mexicano de vigilancia escrupulosa de la expresión verbal, discursiva. Tanto en el quehacer legislativo, es decir, como diputado, senador y por supuesto, en su condición que tuvo de gobernador del estado de Chihuahua, el denominador común de vínculo social ha sido su cuidadoso uso del lenguaje, característica de una personalidad que desde la infancia fue especialmente notoria y reconocida.
Corral maneja con magistralidad el juego o juegos que el lenguaje significa, en términos de la profesionalidad discursiva. Es conocedor de los diversos ámbitos de pretensiones de validez que la comunicación observa para determinar los procesos de información y conocimiento que mueven conciencias y grupos humanos. En la interlocución personal que he tenido con su persona, tengo la sincera impresión de que a su manejo sutil y fino del lenguaje, le imprime a la vez una auténtica preocupación ética a la generación y textura de su discurso. En palabras breves, me parece que no es un sujeto de discurso que anteponga la estrategia a la buena fe en la comunicación con el otro.
La lucha del exgobernador es justamente para preservar esa congruencia de lenguaje y práctica que ha sido parte sustancial de su lucha por seguir sus convicciones y principios formativos. En lo personal, no me parece, no creo que a Corral se le pueda motejar como un mentiroso, independientemente de los matices de ambigüedad que los caminos del significado discursivo puedan siempre observarse en la percepción del sentido que la comunicación entre humanos siempre presenta.
A mi me parece que Corral es un sujeto congruente con lo que piensa, siente y expresa, sin obviar por supuesto que el camino tortuoso de la política fatídicamente encamina al fracaso de la aceptación del político que siempre se queda corto en cuanto a las expectativas propias generadas en la disputa por el poder, trampa que afecta tanto a los aspirantes como a los consumidores de las propuestas de campaña. Un indicador fundamental es que todo parece indicar que Corral no se llenó los bolsillos de dinero público, cosa rara en la tóxica política de oficio en México, por supuesto, también en Chihuahua.
A este personaje le preocupa auténticamente su imagen y legado en curso en cuanto a su oficio vital que es la política, que concibe por cierto como servicio público. Por eso, de manera determinante, enfrenta en tribunales las carretadas de dolo que los Diarios de Juárez han acumulado en contra de su persona, con implicaciones de daño reputacional que se conocen hasta el hartazgo, por cierto, con enorme éxito en cuanto a rentabilidad electoral y modelo de negocio. Este periodismo que por llamarle de alguna manera se pudiera denominar como “militante”, no ha tenido filtro ni límites en cuanto a las pretensiones intelectuales de validez informativa y formativa, el negocio es primero con e discurso de odio como ingrediente básico, sin escrúpulos ni consideraciones para las más elementales nociones de la ética periodística.
Todo el periodismo, como cualquier actividad humana, siempre tiene referentes contextuales, en ese sentido, los Diarios vivieron una época de jauja durante el régimen del duartismo, los convenios publicitarios acumulaban cientos de millones de pesos para beneficiar a la empresa que fundó Osvaldo Rodríguez Borunda, personaje tradicional de diversas épocas del periodismo en Ciudad Juárez. Ya se conoce y se ha documentado debidamente las jugosas ganancias y el consentimiento que estas empresas mediáticas gozaron de parte de un régimen que fue manirroto con la recompensa a la legitimación publicada para controlar la hegemonía que de manera grotesca intentó conservar y acrecentar el duartismo. Los Diarios fueron parte orgánica del mismo en la cauda de corrupción de ese duartismo que sin límite tuvo la ensoñación del poder mayor en México, esto es archisabido en la opinión pública de Chihuahua.
La demanda de Corral es política, ética, moral y por supuesto se conoce ya judicialmente legal y legítima. El propósito radica en luchar contra la impunidad rampante de opinar y publicar cuando se tiene la posibilidad de hacerlo, las vinculaciones políticas y de interés condicionan este tipo de fenómeno. Es totalmente palpable que para los Diarios el retorno al periodismo creíble y con credibilidad pública es ya imposible, su entrega a la disputa política y las rajas del poder ha sido total y absoluta. Hoy intentan pudorosamente hacer silencios discretos cuando el modelo de negocio fue la vociferancia en contra del linchado exgobernador del estado, a quien por cierto siguen linchando con una rara mezcla de temor y lucro. Javier Corral es en actitud vengativa fundamentalmente un negocio que les resultó políticamente efectivo y muy posiblemente lucrativo en su estilo periodístico.
La aceptación de jurisdicción y competencia de la demanda de Javier Corral por prácticas difamatorias en las Cortes de Texas, concretamente en El Paso, ya es un hecho documentado con toda consistencia jurídica. Corral lleva adelante su lucha reivindicativa en contra del dolo publicado en abundancia por los Diarios en detrimento de su persona, antes que político, con diversos balances posibles de fortuna o infortunio, me parece que este personaje es en esencia un comunicador, un hombre que ha cultivado literalmente una noción de vida en el discurso congruente, informado, ético y estético que es el tejido mismo de su existencia personal y ciudadana.
Ese ánimo reivindicativo es generalizable a la defensa de la libertad de pensamiento y opinión, por supuesto, en una lógica que cuestiona a los estilos de la posverdad y las fakenews, a las mentiras entronizadas en un tiempo que ha pretendido pulverizar a la verdad en el universo relativista de las fragmentaciones subjetivas. La verdad será siempre un desiderátum en la práctica periodística, naturalmente acompañada por la disciplina intelectual de la cultura y de la academia, crítica de una manera de proceder que descalifica al mensajero y burdamente desatiende la calidad creíble del mensaje, es decir, la deontología del periodismo no desaparece por el pragmatismo rentable de tiempos de burbujas y enjambres digitales.
Desconozco lógicamente el futuro político del más reciente exgobernador de Chihuahua, será complejo sin duda, también preveo que será aun anchuroso y fecundo, sin embargo, creo que hoy en su defensa de su condición de sujeto de expresión pública y la congruencia ética y moral a la que está obligado y le compete, tendrá la magnífica oportunidad de evidenciar su vocación profunda, la oportunidad de plantarse ante la historia posicionando con todo carácter su libertad de pensamiento y opinión, la calidad argumentativa y comunicativa de lo que autoconcibe como la verdad de su trayectoria como servidor público, simplemente darle expansión mayor a su misión vital y por supuesto también a la fortaleza de su visión política.
Este asunto atañe directamente a Javier Corral, sin embargo, compete también históricamente a todo el periodismo y la comunicación política que aun se atreven a defender un alto estándar de ética comunicativa respectiva. Que bueno que así sea.
El pendiente del asunto y su resolución tiene la mayor dimensión para la inteligencia y su publicación libre, desafiando las prácticas mafiosas de censura, los amagos despreciables de extorsión o chantaje, por supuesto, la impresentable y sucia cara de la impunidad.
Sin pudores oportunistas.