Sergio Armendáriz
“…Y la Educación, ¿qué…?
Mientras que la voracidad política amenaza siempre en consumir en la furia de la disputa por el poder al país, la destrucción de la columna vertebral institucional de la construcción inteligente de México se diluye en el cretino populismo insufrible. La mencionada demolición, entre otras, de la estructura institucional educativa, se cimentó en la populista pero muy rentable electoralmente postura que AMLO pregonó de manera virulenta como la “mal llamada Reforma Educativa”. El cuestionamiento fue demoledor pero carente de una contraparte propositiva que llenara el vacío dejado por las reformas elaboradas por el sexenio anterior que presidió el hoy nuevamente glamoroso Enrique Peña Nieto, una de ellas que era toral como política pública como lo fue la creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, el INEE, que pretendió darle objetividad y confiabilidad a la importantísima Evaluación Educativa tanto en lo institucional como en los fundamentales aprendizajes de los procesos informativos y formativos correspondientes. El régimen de AMLO borró del mapa al INEE y lo sustituyó de hecho con prácticamente nada, simulaciones que navegan en las justificaciones ineptas de las culpas del pasado ya consabidas por la “4T” y por el “anillo al dedo” de la pandemia.
Hoy, la Evaluación Educativa no parece ser parte del engranaje necesario para entender y resolver los problemas educativos desde la autoridad y para muestra un botón: desde la desaparición del INEE no se cuenta con datos sobre los aprendizajes logrados en matemáticas y lenguaje y comunicación, ni sobre el rezago en éstos, en razón de la pandemia de covid-19.
Con la vigencia del INEE, era posible observar, con datos construidos desde la autonomía constitucional, los diversos factores y las políticas asociados a la meta última del sistema: el aprendizaje de sus estudiantes. La evaluación que realizaba el INEE también apoyaba el fortalecimiento de capacidades locales, para que las entidades federativas ubicaran sus principales retos y actuaran, con acompañamiento técnico, en consecuencia.
Así, la pérdida de este Instituto no pudo darse en un escenario más adverso, marcado por los enormes retos que ya enfrentaba el sistema, y agravados, de manera muy lastimosa, por una emergencia sanitaria. Sin duda, en un mar de tempestad y niebla, hoy navegamos sin brújula. El Magisterio mexicano se encuentra aun silencioso ante la alianza casi íntima que realizó en la campaña que finalmente llevó a AMLO a la presidencia de la República, en los hechos es una circunstancia explosiva que acumula silencios incómodos y situación de cooptación política diversa, calma que muy posiblemente presagie tormenta de dimensiones impredecibles. La llamada quizá ya categóricamente “mal llamada Nueva Escuela Mexicana”, amenaza con convertirse en el nuevo parto de los montes de la política educativa del gobierno federal mexicano; sin planes ni programas efectivamente redefinidos con precisión, carente de formalidad en una producción de libros de texto intoxicados de pretensiones ideologizantes y burdos errores de impresión tipográficos, ausentes estrategias y actividades consistentes y sistemáticas para la indispensable formación y profesionalización docente, entre otros malestares de fundamentación pedagógica, convierten esta “nomenclatura” en simple trazo demagógico para dar continuidad a la construcción de clientelas populistas con objetivos electoreros.
En Chihuahua en lo específico, al parecer serán designadas autoridades educativas que poseen experiencia, sensibilidad y capacidad de diálogo en lo que potencialmente es el próximo sexenio estatal 2021-2027, esperemos que si se consuma el acceso a la titularidad de la Secretaría de Educación, Cultura y Deporte por parte de un personaje experimentado como Javier González Mocken, se reactiven procesos y decisiones en el ámbito de competencia respectivo para acompañar con el tino inteligente y racional la toma de decisiones para el establecimiento de políticas públicas que beneficien a la sociedad chihuahuense en estos renglones decisivos del desarrollo social.
Por lo pronto y en lo inmediato, el reto más importante consiste, obviamente, en el repunte de la pandemia de las últimas semanas. Si esto sigue como ayer en todo el país, es decir, con 15 mil contagios y 397 decesos y una tendencia ascendente, va a resultar muy difícil que maestros, jóvenes de 14 o 15 años y padres de familia acepten volver el 30 de agosto. El escenario es socialmente impredecible y explosivo, la catástrofe que se anuncia bien pudiera no tener horizonte próximo de terminación y ese tembloroso escenario en su propia circunstancia espera en plan de ruda bienvenida a las próximas autoridades educativas de Chihuahua, a las que sin duda hay que desearles determinación y éxito.
El tiempo será como siempre, el mejor juez.