Felices 59, Estadio Azteca

En 1997 se le pretendió llamar “Estadio Guillermo Cañedo”, en honor a una figura clave del futbol mexicano y uno de los directivos más influyentes de la FIFA, pero los aficionados desmintieron de inmediato a quienes tomaron esa decisión: su nombre es Estadio Azteca. Si acaso la acepción más aceptada sea la de “Coloso de Santa Úrsula”.

El caso es que hoy, ese inmueble cumple 59 años y prepara los manteles largos para albergar su tercer Mundial el año que entra.

Su origen ocurrió cuando México ganó la candidatura del Mundial del 70, precisamente, sin que existiera aún el imponente estadio.

Ese gran terreno al sur de la ciudad supuso un grave problema para sus constructores, liderados por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez que, entre otras obras icónicas de la capital, alzó el Museo de Antropología y la Basílica de Guadalupe.

Esas tierras tenían un cantil de roca volcánica que hubo que dinamitar, sumado al fondo lodoso que impidió excavar la cancha un poco más, como se pretendía. Se planeaba inaugurarlo en noviembre de 1964, pero por esas condiciones hasta el 29 de mayo de 1966 se jugó el primer partido, empate de 2-2 entre el América y el Torino.

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