Tom Brady, en su décima aparición del Super Bowl, conquistó su séptimo anillo, primero con los Bucaneros de Tampa Bay.
El legado de este quarterback, etiquetado como el mejor de todos los tiempos, ha estado escrito por éxito, en una carrera que ha durado 21 años y no piensa todavía en el retiro.
Brady se convirtió en titular por la lesión de Drew Bledsoe, apenas en la semana 2 de la campaña 2001, y cambió la historia de los Patriotas de Nueva Inglaterra y la NFL. En aquella misma temporada, disputó el Super Bowl XXXVI, en el cual superó 20-17 a los Carneros de San Luis.
Dos años después, regresó al gran partido, que se disputó el 1 de febrero de 2004, y conquistó su segundo título (32-29 sobre las Panteras de Carolina).
Llegó el bicampeonato y tercera corona en cuatro años, una dinastía, al vencer 24-21 a las Águilas de Filadelfia.
Diez años después, ya todo un experimentado, volvió a coronarse, para empatar los cuatro campeonatos de Joe Montana. En el SB XLIX, los Patriotas ganaron 28-24 sobre los Halcones Marinos de Seattle.
Apenas pasaron dos campañas para volver a ganar, su quinto anillo, en una voltereta de 25 puntos sobre los Halcones de Atlanta (34-28). Volvieron a pasar la misma cantidad de campañas para que levantara su sexto trofeo Vince Lombardi, otra vez sobre los Carneros (13-3).
Otros dos años, pero con equipo diferente, Tampa Bay, logra el séptimo en su trayectoria. Los siete campeonatos de Thomas Edward Brady II.