El peligro de la clase media

El divisor número uno del país ha iniciado una nueva embestida contra el sector económico, intelectual y productivo más importante del país; ha dejado de lado a la mafia del poder y ahora su principal enemigo es un pueblo crítico de su gobierno.

Ahora resulta que la clase media le estorba. Esa clase ‘‘egoísta’’ y ‘‘aspiracionista” que no necesita de las dádivas del tirano para salir adelante, porque lo que tiene y ha conseguido proviene de la cultura del trabajo, la dedicación y el esfuerzo. Todo este encono, proviene principalmente de su preferencia por ciudadanos en situaciones de vulnerabilidad económica que necesiten de los apoyos y becas del gobierno para poder extorsionarlos en los días electorales.

Esa es la huella de este gobierno; al inicio de su administración inició con sus programas abstencionistas y tres meses antes de las pasadas elecciones, los aumentó de manera exorbitante, con el único y perverso propósito de ser favorecido por los que menos pueden. No contento con tener su ejército de servidores en las calles, promoviendo al régimen y otorgando de manera directa el dinero que proviene del pago de impuestos, también lucró con las vacunas y no dejaba de hacer hincapié en que recibías la vacuna porque él así lo permitía.

Y cómo no mencionar los programas de adoctrinamiento matutinos, que el tirano considera como la única fuente de información válida para ‘‘enterarse’’ de los acontecimientos más relevantes del país. De ahí que su aversión a la clase media aumente, porque la mayoría no ve sus programas matutinos debido a que en esa hora ya está trabajando y moviendo al país; alguien tiene que pagar las becas a los ninis.

El gran ‘‘defecto’’ de esta clase, es que no ha asimilado con acatamiento ciego e irreflexivo las ocurrencias de cada mañana, sino por el contrario, se ha convertido en el sector social más observador de sus disparates y así lo hizo notar el día de las elecciones, cuando cometió la peor injusticia contra el régimen y salió a votar por el PRIAN.

Y aunque el señor del palacio ganó la mayoría de los puestos de elección popular, ya sea por la vía del sufragio, por el apoyo del crimen organizado y por lo efectivo de sus dádivas, el análisis post-electoral nos revela que la 4T sufrió una fractura en la que, quedó expuesto que con un poco de organización y voluntad de la clase motora del país se puede sepultar al régimen.

MALO la ve como la culpable de que su proyecto perdiera un poco de color y de que, para éste próximo periodo legislativo, tenga que recurrir a mayores negociaciones y ser más convincente para reunir los 27 curules que perdió en las pasadas elecciones. Ese voto pragmático que le hizo perder la mitad de la CDMX al régimen, representa una herida para sus avances dictatoriales, porque con todo y sus grandes matices, reflejan que el sector poblacional más importante del país no acompaña las políticas demoledoras de instituciones y las visiones del pasado.

Sin embargo, más allá de los partidos y de las instituciones, la principal preocupación de López se centra en que ese pueblo bueno y sabio del que no podemos creer que es tonto, tal y como él lo ha expresado, es que su circo se está desmoronando y a la clase media no puede ofrecerle dádivas o acudir con suntuosas ofertas para obtener sus votos.

Al final de cuentas la clase trabajadora del país, busca con total legitimidad, mejorar la calidad de vida de su familia y que el gobierno garantice mejores oportunidades en las que pueda acceder a una mejor educación, a mejores condiciones laborales y a que no desaparezcan sus ahorros. La clase media no quiere la intervención absoluta del Estado en el destino de los mexicanos y tiene toda la razón; el gobierno debe intervenir más bien como un órgano facilitador e impulsor de una vida digna y no como un ente absoluto del que recibimos los alimentos y las ideas, eso es socialismo y eso sólo nos llevará a la miseria. Ahí la razón, de que todo gobierno socialista busca la supresión de la clase media y comienza por abandonarla, porque en su lógica perversa, todos debemos depender de forma absoluta de las dádivas del Estado, para posteriormente entregarle también nuestras conciencias, ya sea por asumida militancia o por supervivencia.

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