Un reluciente convoy de camionetas diplomáticas avanzaba el miércoles por la entrada oriental del campamento de refugiados de Jenín cuando un soldado israelí levantó el fusil y efectuó varios disparos al aire.
Lo que debía ser una visita de campo terminó en estampida: representantes de casi dos docenas de países —Reino Unido, Canadá, Francia, China, Rusia y la Unión Europea entre ellos— corrieron en busca de refugio detrás de una alta puerta metálica pintada de amarillo. Nadie resultó herido, pero el incidente añadió una nueva grieta a la ya maltrecha relación entre Israel y sus socios internacionales.
En un breve comunicado de dos líneas difundido minutos después, el portavoz militar israelí se limitó a admitir la responsabilidad y a reconocer el desaguisado: “Las Fuerzas de Defensa de Israel lamentan los inconvenientes ocasionados”, afirmaron las FDI, al tiempo que anunciaban la apertura de una investigación interna.