Donald Trump convocó a fuerzas derechistas extremistas para un asalto sedicioso al Capitolio con su mentira de que la elección fue “robada” a pesar de que sabía que no existía evidencia de fraude y con ello intentó, por primera vez en la historia del país, descarrilar el traslado pacífico del poder Ejecutivo después de una elección, según conclusiones del comité legislativo que investiga el intento de golpe de Estado en Estados Unidos, lo cual ayer, inesperadamente, provocó también confesiones de un autor estadunidense de intentonas golpistas en otros países.
En la séptima audiencia pública del Comité Selecto sobre el 6 de enero que investiga el intento de golpe de Estado que culminó con el asalto violento del Capitolio en esa fecha el año pasado, se presentaron evidencias y testimonios de cómo el ex presidente convocó a sus violentas filas ultraderechistas, muchos de ellos armados, a lo que prometió sería un día “salvaje” en Washington.
Se presentó evidencia de que Trump, en un acto premeditado, ordenó a sus fanáticos, sabiendo que muchos estaban armados, frenar la certificación del voto electoral que se realizaría en el Capitolio con violencia como su último intento para permanecer en el poder después de agotar todas las otras avenidas –incluyendo perder 60 de 61 casos judiciales en diversas entidades del país– para disputar el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre de 2020.
Desde mediados de diciembre, sus asesores y abogados oficiales en la Casa Blanca y su Departamento de Justicia le habían informado que no existía evidencia de un fraude masivo para justificar su rechazo de los resultados.
Pero un grupo de asesores exteriores, entre ellos el general retirado Michael Flynn, la abogada Sidney Powell, Rudy Giuliani y Roger Stone, le insistieron en que no cediera. Varios de éstos tenían relaciones directas con agrupaciones derechistas, incluyendo fuerzas paramilitares.