El Gobierno chino omitió este sábado cualquier crítica a Rusia en el discurso de su ministro de Exteriores, Wang Yi, ante la Asamblea General de la ONU, manteniéndose en la equidistancia de la que ha hecho gala desde el inicio de la invasión rusa de su país vecino.
La cuestión ucraniana apenas supuso dos frases en la intervención de Wang, quien repitió las ideas expresadas una y otra vez desde Pekín: “Apoyamos todos los esfuerzos para una resolución pacífica de la crisis en Ucrania -dijo-. Nuestras prioridades son facilitar las conversaciones de paz, y la solución pasa por abordar las preocupaciones legítimas de todas las partes”.
Es decir, no hizo ninguna mención a los últimos elementos que han agravado esta crisis, como es la convocatoria de referéndums de anexión de territorios ucranianos a Rusia -ampliamente criticados- ni la movilización de 300 mil reservistas rusos para servir en la guerra, desmintiendo así a quienes en los últimos días han querido ver un mayor distanciamiento entre Pekín y Moscú.
Más aún, si hubo velados ataques, fueron contra Estados Unidos, como cuando Wang dijo que “ningún país está por encima de los demás (y) no debe utilizar su poder para hostigar a otros” o cuando cargó contra las políticas proteccionistas que limitan el comercio mundial.