Los rebeldes sirios expulsaron el jueves a las fuerzas progubernamentales de la ciudad de Hama, lo que supuso para los insurgentes una nueva e importante victoria tras una avance relámpago en todo el norte de Siria y asestando un nuevo golpe al presidente Bashar al-Asad y sus aliados rusos e iraníes.
El ejército sirio dijo que se estaba desplegando fuera de la ciudad «para preservar las vidas de los civiles y evitar combates urbanos» después de lo que llamó intensos enfrentamientos. Los rebeldes dijeron que habían tomado distritos en el noreste de la ciudad y se habían apoderado de la prisión central, liberando a los detenidos.
La cadena Al Jazeera transmitió lo que dijo eran imágenes de rebeldes dentro de Hama, algunos de ellos reuniéndose con civiles cerca de una rotonda, mientras que otros conducían vehículos militares y ciclomotores. Habrían entrado «en varios barrios de la ciudad de Hama, donde se desarrollan combates en las calles con las fuerzas del régimen», indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Los rebeldes tomaron la principal ciudad del norte de Alepo la semana pasada y desde entonces han avanzado hacia el sur desde su enclave en el noroeste de Siria. Su captura de Hama, que había permanecido en manos del gobierno durante la guerra civil desencadenada por una rebelión contra Al-Asad en 2011, provocará conmociones en Damasco y temores de una continua marcha rebelde hacia el sur.