Hombres en ropa de trabajo polvorienta caminan con dificultad a través de un matorral y se abren paso al trepar una colina donde se encuentran plantaciones en expansión al amparo de una selva tropical nigeriana cuyos árboles han sido talados para hacer espacio a los que producen cacao con destino a lugares como Europa y Estados Unidos.
Kehinde Kumayon y su asistente limpian arbustos bajos que compiten por la luz solar con sus árboles de cacao, que han reemplazado al exuberante y denso follaje natural. Los agricultores dan golpes de machete con cuidado para evitar romper las vainas amarillas maduras que contienen las semillas que ayudarán a crear el chocolate, la delicia que los compradores agotan en Navidad.
En el transcurso de dos visitas y varios días, The Associated Press documentó repetidamente a agricultores que cosechaban semillas de cacao donde ese trabajo está prohibido en áreas de conservación de la Reserva Forestal de Omo, un bosque tropical húmedo protegido a 135 kilómetros al noreste de la ciudad costera de Lagos en el suroeste de Nigeria.
Aquí los árboles susurran donde retumban las cada vez más menguantes manadas de elefantes africanos del bosque, en peligro crítico de extinción. Los amenazados pangolines, conocidos como osos hormigueros acorazados, trepan por las ramas. Los monos de garganta blanca, que se creían extintos, saltan de un árbol a otro. También se cree que Omo tiene la mayor concentración de mariposas de África, y es una de las Reservas de la Biosfera de la UNESCO más grandes y antiguas del continente.