En El Zonte, una playa salvadoreña popular entre los surfistas por su intenso oleaje, una organización no gubernamental con el respaldo financiero de un donante anónimo ha fomentado el uso de criptomonedas para aliviar la pobreza que golpea a sus habitantes.
Unas 500 familias de pescadores y campesinos que no tenían acceso a una cuenta bancaria ni a transacciones electrónicas se convirtieron en “pequeños inversionistas rurales’’ y expertos en bitcoin.
La minieconomía bitcoin de El Zonte, a 43 kilómetros de la capital, surgió en 2019 a través de un donante anónimo. Los partidarios del cambio financiero consideran que es un caso de demostración de cómo la moneda digital podría ayudar en un país donde 70% de la población no tiene cuentas bancarias.
El presidente Nayib Bukele, quien impulsó la Ley bitcoin, afirmó que es una forma de ayudar a los muchos salvadoreños que carecen de acceso a los servicios bancarios tradicionales y un camino para atraer a extranjeros que tienen bitcoins para que inviertan en El Salvador, la primera nación del mundo en hacer que la criptomoneda sea de curso legal.
El bitcoin, concebido como una alternativa al dinero respaldado por el gobierno, se basa principalmente en matemáticas complejas, criptografía de codificación de datos —de ahí el término “criptomoneda”—, mucha potencia de procesamiento y un libro de contabilidad global llamado blockchain, que registra todas las transacciones.
La semana pasada en la playa El Zonte, Hilario Gálvez, un obrero, llegó a la tienda María para comprar un refresco y bocadillos. Pero no sacó su billetera, sino que pagó a través de una aplicación en su teléfono celular.
La dueña de la pequeña tienda, María del Carmen Avilés, dijo que ahora es una experta en transacciones de bitcoins.