En una ciudad de contrastes, donde el brillo y el glamour de Hollywood eclipsa a varias de las zonas más vulnerables de Estados Unidos, termina la temporada 2021, bautizada como “la más grande de todas” por sus 23 semanas de duración.
Al igual que Los Ángeles, el Super Bowl LVI presenta dos lados diferentes en la superficie, pero iguales en su carácter combatiente. La continuidad de los Carneros como equipo construido exclusivamente para ganar el campeonato de este año y los Bengalíes desafiando todas las probabilidades para llegar hasta el final del camino.
Hoy no es un domingo cualquiera. Por primera ocasión se enfrentan los Carneros contra los Bengalíes en el escenario más grande que hay en el football. Una vibrante rivalidad dentro del SoFi Stadium con dos de los quarterbacks que forman parte del pelotón élite de la liga.
Existe la percepción de que Matthew Stafford no volverá a tener otra oportunidad de capturar el trofeo Vince Lombardi. Es ahora o nunca para finiquitar la misión por la que fue contratado en enero de 2021. Si no logra ganar el Super Bowl en casa, será un fracaso más profundo que sus 12 temporadas grises en Detroit. Un triunfo lo separa de convertirse en el tercer quarterback en obtener un título de la NFL en el primer año con un nuevo equipo.
En las apuestas, los Carneros son potenciales campeones con cuatro puntos de ventaja.
Twitter y Facebook no existían la última vez que los Bengalíes se presentaron en el Super Bowl en 1988. Tampoco había nacido Joe Burrow, el eléctrico quarterback de Cincinnati. Un héroe local que nació en Ohio y que a sus 25 años busca convertirse en uno de los hombres de su posición más jóvenes en ser monarca, detrás de Ben Roethlisberger (23), Patrick Mahomes (24) y Tom Brady (24).
A diferencia de Roethlisberger, Mahomes, Brady y el resto de los quarterbacks, Burrow puede hacerlo bajo la etiqueta de triple corona. Con el triunfo sobre los Carneros se convertiría en el primer mariscal con un campeonato nacional universitario, un trofeo Heisman y el Super Bowl.
