Cada noche, en Ainata, en las montañas de Líbano, una decena de voluntarios patrulla la zona para vigilar las hectáreas de árboles centenarios amenazados por la tala ilegal, un fenómeno cada vez más frecuente.
«Casi 150 robles pluricentenarios fueron cortados» desde principios de 2022, afirma Ghandi Rahmé, un policía municipal del pueblo, situado a mil 700 metros sobre el nivel del mar.
De aquellos árboles, el único vestigio son unos enormes troncos, víctimas de la acción de unos traficantes que suelen llegar de noche, cuando nadie los ve, con vehículos todoterreno y motosierras.