La Amazonía brasileña sufre de nuevo una sequía extrema que amenaza con agravarse en los próximos meses.
En Manaquiri, cerca de Manaos, ya hay lechos de río secos, peces acorralados y una veintena de comunidades rurales aisladas.
Después de un 2023 dramático, Brasil enfrenta este año la peor sequía desde 1950 y una de las partes del país más golpeadas es la región amazónica, según los datos Centro Nacional de Vigilancia y Alerta de Desastres Naturales.
En el estado de Amazonas, el Gobierno ha decretado “situación de emergencia” en sus 62 municipios por la sequía y los incendios forestales. Los especialistas meteorológicos ya lo habían anticipado y se ha confirmado.
“Todo indica que tendremos una sequía muy grave. Los ríos van a bajar como nunca antes han bajado”, alertó el gobernador de Amazonas, Wilson Lima.
El río Negro, uno de los principales afluentes del Amazonas, tiene hoy un nivel cuatro metros inferior al del mismo periodo del año pasado. En todo Amazonas, el estado brasileño con mayor número de población indígena, la sequía ya afecta directamente a cerca de 80.000 familias, según la Defensa Civil.
Varios cientos de ellas están en Manaquiri, donde desde finales de agosto se puede caminar por el lecho seco del río que baña esta localidad (Paraná Manaquiri).
Las huellas se quedan marcadas en los bancos de arena, antes recubiertos de agua dulce y hoy desnudos a la luz del Sol. Por donde antes navegaban embarcaciones cargadas con mercancías y hoy se puede cabalgar a caballo.