“Ya no tienes tu pierna”. Esta frase, dicha por su padre, estará siempre en la cabeza de Ermin Jusufovic. Veintisiete años después, es uno de los pilares de la selección de voleibol sentado, que aspira a una nueva medalla en los Paralímpicos.
“El accidente fue el 19 de mayo de 1997. Yo no tenía ni 16 años”, recuerda en una entrevista en Sarajevo (Bosnia) el jugador más valioso del Mundial 2022.
En su pueblo, cerca de Lukavac (noreste), a 12 días de su 16 cumpleaños, el adolescente trabajaba la tierra en compañía de su madre y de su hermano gemelo. La guerra había terminado hace un año.
En lugar de desviarse “entre 30 y 40 metros” para evitar una “zona sospechosa (…) que había sido primera línea del frente” durante la guerra (1992-1995), él decidió cruzarla.
“Algo sucedió. No me di cuenta de que fue una detonación. Estaba tumbado en el suelo, inmóvil. Sentí el olor de la pólvora negra (…) una mina”, contó Ermin Jusufovic tras un entrenamiento de preparación para los Paralímpicos (del 28 de agosto al 8 de septiembre).