Trabajadores en todo Florida se ausentaron ayer de obras de construcción y campos de cultivo, mientras numerosos restaurantes, tiendas y pequeñas empresas cerraron durante la movilización Un Día sin Migrantes, que se llevó a cabo en protesta contra una nueva ley estatal promulgada por el gobernador y aspirante presidencial republicano, Ron DeSantis.
La legislación entrará en vigor el 1º de julio, e impone restricciones para los inmigrantes sin papeles, que incluyen retirarles los servicios sociales.
Lucas Benitez, uno de los coordinadores de la Coalición de Trabajadores de Immokalee, comentó ayer a La Jornada que la marcha en esa localidad, en la que participaron unas 7 mil personas, fue la más grande que se ha visto en este pueblo. “Nos sorprendió. ¿De dónde salió tanta gente?”, explicó al comentar que esperaban máximo a mil. “Hubo muchos jóvenes de preparatoria y secundaria, y participación de las diferentes iglesias; se movió toda esta comunidad”, agregó.
En entrevista esta semana con David Brooks y Jim Cason, corresponsales de La Jornada, Benitez habló del miedo que hay en la comunidad migrante por la ley (https://rb.gy/t8hid).
En Orlando, manifestantes llevaron camiones con pequeñas grúas de construcción y bloquearon una importante intersección afuera de la oficina de un legislador estatal que apoyó la ley.
En Fort Lauderdale, miles gritaron consignas y ondearon banderas afuera del comedor latino, propiedad de Isis Córdova, que permaneció cerrado en protesta.