Más flexible, pero más específico: la UEFA reformó su fair-play financiero, permitiendo a los clubes europeos un mayor déficit, al tiempo que les prohíbe gastar todos sus ingresos en salarios y en fichajes.
Como era esperado, el comité ejecutivo de la instancia modificó las reglas presupuestarias introducidas en 2010, para sanear un futbol europeo lucrativo, pero en el que priman a menudo las ambiciones deportivas antes que el rigor financiero.
La principal innovación va a ser la introducción de un control del costo de los equipos«, puesto en marcha progresivamente para evitar la subida elevada de salarios, indicó el presidente de la instancia, Aleksander Ceferin.
La UEFA se aleja de la estricta lógica contable del fair play financiero de la primera época, doblando el déficit admitido sobre tres años para cada club (a 60 millones de euros, 65,4 millones de dólares), elevándolo incluso a 90 millones de euros (98,1 millones de dólares) sobre el mismo período para un club «en buena salud financiera».