Crónicas del Poder
“…Al calor del “arrejuntamiento” populista…”
Una de las definiciones que más se emplea en el uso común de nuestra lengua respecto al concepto de “Promiscuidad”es “aquél que refiere a ser una conducta o comportamiento de la persona que cambia con frecuencia de pareja sexual buscando únicamente el placer…” En tal sentido es pues un comportamiento de simple interés apetitivo que implica un incapacidad para establecer relaciones personales con responsabilidad y larga duración.
Hoy se ha puesto de moda el susodicho término, debido a su uso, como siempre, poco semánticamente escrupuloso por parte del popular y desparpajado “discurso” de AMLO. Quiero comentar que hace algunos años, aquí en Ciudad Juárez, en la presentación de su libro “Amarres Perros”, tuve la oportunidad de realizarle a su autor Jorge Castañeda Gutman, precisamente un comentario crítico en torno a lo que me permití públicamente denominar “Pragmatismo promiscuo”, aludiendo a las cercanías plásticas de las alianzas de partidos políticos en México, que ya se caracterizaban por su visión de búsqueda racional de poder, a la luz de la conceptualización instrumental y estratégica pragmática, pero aderezada por una disposición excesiva a la transa violentadora de una ética en el servicio público, debo comentar que a Castañeda le pareció simpático y adecuado el concepto para describir el fenómeno en cuestión.
Según algunos estudiosos el régimen posrevolucionario mexicano, este fundó su estrategia de alianzas en la principal lección política del Porfirismo, esto es, en una “política de amistad”, consistente en concentrar todo el poder y dar forma amistosa al dominio. En ese sentido, la amistad, como todos los afectos que llevan en conjunto ese nombre, da derecho a exigir del amigo todo lo que el amigo puede conceder. México era el amigo de un hombre admirado, generoso y temible. No la ley, sino la fidelidad personal era el cemento de la obligación política. En tal sentido y de manera casi natural, la corrupción se elevaba de ese modo como principio fundante del poder público, Porfirio Díaz habrá sido buen amigo de sus amigos, pero también implacable con los enemigos. Existía pues una Dictadura de la amistad: pródiga, corrupta y represiva. Un poder libre de cualquier incomodidad legal.
La captura o el secuestro de un Estado frágil como el mexicano, por la misma corrupción y la inercia anclada en las burocracias gubernamentales y partidistas, permitió que después de la fiesta de la democracia electoral de la transición vivida a fines de siglo XX, con todos y sus organismos de contrapeso autónomos creados con tal propósito, dio lugar en la deriva populista autoritaria a una reconcentración del poder político que durante la larga hegemonía priista y los breves intervalos panistas, tenían al menos el control de las estructuras corporativas y de los mismos organismos partidistas tanto del PRI como del PAN.
El Populismo de AMLO reconcentró el poder presidencialista y lo liberó en altísimo grado de las ataduras institucionales que contuvieron a los anteriores. Se reactivó la estructura porfiriana de la “dictadura de la amistad” y se derivaron vicios de agrupamiento que acabaron de romper con los fragilísimos diques de contención y perfiles delimitados en las militancias partidistas tradicionales, y digo acabaron porque desde tiempo atrás y producto de la enclenque estructura del Estado mexicano y sus órganos componentes, el fenómeno de la “cartelización” de los referidos partidos políticos ya habían avasallado con la vieja racionalidad programática y estatutaria de estas instituciones de interés público. Las alianzas entre los partidos dieron génesis a verdaderos engendros grupusculares, verdaderos espectros organizacionales de nombre, que, sin embargo, lograban en ocasiones agrupamientos efímeros en lo electoral, pero natural incapacidad para los acuerdos sustanciales político legislativos, hecho que ya anticipaba las “glorias” de los “arrejuntamientos” promiscuos.
Hoy, el retorno intensificado de manera populista de parte de la “dictadura de la amistad”, incuba promiscuidades políticas de alcoba casual, nada más lejos del interés de la responsabilidad del escrúpulo de relaciones de largo plazo, el desprestigio prostituyente del oficio político marca de principio el interés por los abordajes y maridajes de ocasión con rentabilidad inmediata. Por supuesto que hay que ponderar el tamaño del prostituido ejercicio, quizá en balance inteligente pueda quedar en algunos casos algún valor efectivo para la Patria. Los sujetos y actores son por la naturaleza del hecho, diversos y variopintos, sin embargo, les resulta a todos ellos un verdadero problema acreditar algún tipo válido de credibilidad moral, es enorme el desprestigio producto de la degradación promiscua, navegan contra la brutal corriente de opinión pública que los observa como “bichos contaminantes”, justamente y disculpando la metaforización del lenguaje como “sujetos tóxicos infectos de promiscuidad”
¿Tendrá razón el inefable AMLO cuando ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio? Es sin duda cierto que los pragmáticos amarres promiscuos del PRI, PAN y PRD, hoy “amartelados” en el Frente del “Va por México”, generan en todo momentos incredulidad y desconfianza por poderosas razones históricas en cuanto a su efectivo destino, sin embargo, el amarre promiscuo difícilmente definible por una racionalidad pragmática apelable que constituye el espectro voluminoso de MORENA, necesariamente debería ser también impugnado por la mas elemental ética política, si aun tuviera algún sentido habla de ella, el partido de AMLO es la joya de la corona de la promiscuidad partidista, ahí donde todos caben y todos pujan, aunque exista una sola voluntad porfiriana que decida con todos los arrimadijos procedimentales que encubran las decisiones del dueño del partido hoy en el poder federal, MORENA es el poema de la promiscuidad político-partidista.
Finalmente y en pregunta de salud ciudadana, ¿Cuáles serán los engendros cartelizados que nos hereden a los mexicanos estas cópulas nacidas al calor de la populista dictadura de la amistad?