El Juglar de la Red
Por Rafael Cano Franco.
La doble moral de la 4T
A estas alturas, no debe extrañar nada de lo que haga o diga la llamada “cuarta trasformación”, lo que nos ha dejado de enseñanza, es que tiene un doble rasero para medir las cosas, una doble moral: lo suyo no es atender las prioridades del “pueblo bueno”, de lo que se trata es de atender solamente lo que le interesa.
A los grupos criminales, le dice “abrazos y no balazos”; deja en libertad a los cabecillas que escasamente logra atrapar y hasta las visitas en sus cumpleaños; pero a los niños con cáncer, los acusa de ser parte de un complot de la derecha, de los reaccionarios y les niega medicamentos y audiencia a los padres que claman por apoyo.
Sus líderes aseguran que su prioridad son los pobres, los más desprotegidos, que ellos son el centro de sus afanes y por ellos hacen todo; pero no les tiembla la voz cuando ordenan inundar sus comunidades y luego se enojan cuando les reclaman los apoyos. Tanto quieren a los pobres que los aumentaron por millones.
La 4T habla de honestidad y se auto promueve como el gobierno más honesto de la historia; pero resulta que en la realidad la corrupción aumentó; los corruptos son aliados, están en posiciones claves y se les cobija y protege porque se les “santificó” al momento que se unieron a ese proyecto.
Se dice respetuosa de la libertad de expresión, y se queja de que nunca un “Presidente de la República fue tan atacado”; pero desde las mañaneras se fustiga y acosa, se polariza, se desmienten las versiones periodísticas, pero lo hacen con mentiras; a los medios o periodistas incómodos se le somete a escarnio, los trata de humillar y se los liga a la imaginaria “mafia del poder”.
En el discurso habla de la legalidad juarista, de la austeridad cardenista; en los hechos la legalidad no importa y se violenta de diversas formas; la austeridad ya solamente existe en el discurso y el Presidente cambió “Los Pinos” –casa construida por Lázaro Cárdenas— y ahora vive en Palacio Nacional, dejó el jetta y viaja con comitivas de suburban.
El Presidente les dice a los jóvenes, que la riqueza pervierte y ser “aspiracionista” es antipatriótico; pero él y su familia cercana viven el boato y la ostentación; no trabajan, pero se dan vida de reyes; viajan con todos los lujos, recorren el mundo en aviones privados, usan ropa de marca y la mejor y más cara tecnología. Ellos sí pueden, los demás no deben aspirar a eso.
La 4T, dice que todo lo de ahora es culpa de los corruptos del pasado; pero los tiene en el gabinete; no solamente eso, a los que logró traer de las cárceles donde estaban en el extranjero, los deja darse la gran vida, les permite vivir como reyes y los deja en libertad.
La justicia, se aplica como una forma de venganza y ahí están Rosario Robles y los científicos del Conacyt, esos casos son claro ejemplo de como la “la justicia a secas”, es para vengarse, mientras que “el perdón y gracia” son para los colaboracionistas como Emilio Lozoya Austin.
La 4T, vive sumida en el autoelogio y la vindicación de logros inexistentes; pero todos los días la realidad es su peor enemigo. No hay crecimiento económico y por ello presume el envío de remesas, no hay un sistema de salud como el de Dinamarca, pero eso es culpa del monopolio farmacéutico; la gasolina y la energía eléctrica siguen aumentando, por eso hay que hacer una reforma energética regresiva y en contra de las tendencias en el mundo.
Presumen de una defensa de la soberanía del país, pero somos la “patrulla fronteriza” de Estados Unidos; le pide a España y al Vaticano se disculpe por la conquista y la evangelización, pero idolatra a regímenes opresores como el cubano o el de Venezuela.
Se acusa de la intromisión y el manoteo que hicieron los familiares de los gobernantes de antes, pero cierra los ojos cuando aparecen los vídeos de Pío o la corrupción de otros familiares muy cercanos al Presidente.
El gobierno actual, habla de una trasformación y ahí puede tener razón; hoy en lugar mejor estamos peor y ya lo sabemos.
En lugar de tener un gobierno, lo que nos han dado es un pregón evangélico, una receta de cómo desean que nos comportemos, un atentado a los derechos individuales y una agresión constante al legítimo derecho de aspirar a lo mejor.
Esperábamos mucho, nos dieron nada. Así es la 4T.