Crónicas del poder
“…No, no, no no…”
Espasmos de rabia escrita que se generaron después del “enorme esfuerzo” hecho para consumar con cerrojazo de oro, el“linchamiento” construido a golpes de espumarajo babeante y resentido, rencoroso y naturalmente revanchista, que prácticamente fue ejecutado a lo largo y ancho del quinquenio corralista. Quizá se esperaba que al final de la partitura, en el momento glorioso y presentido del clímax vengativo, viniera el magnífico solo de voz del presidente de la república para premiar el pavimentado camino del estoconazo final a la gubernatura de Javier Corral, largamente cultivado como “chivo expiatorio”, maldecido por haberse atrevido a quebrar la jauja duartista del festín cooptador de medios diversos en el estado de Chihuahua, por supuesto, también al mismo personaje de Corral, en el fondo, en este ruin sentido, al deseado y nada oculto despellejamiento de la persona de Javier Corral.
Después de años de esmerado “cultivo” de ese mencionado afán de despellejamiento, la “falange mediática”, fóbica, anticorralista, topó con dos eventos cada cual en su propia circunstancia pero perfectamente complementarios, que literalmente arruinaron el “ritual sacrificial” que se pretendía ofrecer a las nuevas divinidades del próximo sexenio estatal en Chihuahua, pensando seguramente en la rentabilidad próxima de los convenios publicitarios respectivos. Primeramente, el sin duda fortalecedor diagnóstico realizado por el CONEVAL en su ámbito específico para el estado de Chihuahua, en el cual se reflejan la realidad objetiva, consistente y creíble de la efectividad de las políticas sociales llevadas a cabo en el estado y ponderadas en los últimos dos años, que vino, citando al clásico, como “anillo al dedo” al cierre de la Administración de Corral.
En segundo término pero ni mucho menos poco importante, la embestida fóbica de la mencionada falange, pareció menospreciar el factor común que siempre ha unido en sus gobiernos a AMLO y a Javier Corral, cual si fuese una especie política de código genético, es decir, su profundo desprecio por los mercaderes de los “templos mediáticos”,a los cuales ambos personajes les han cantado en todo momento, como lo acaba de escenificar el propio presidente de la república en su visita a Ciudad Juárez, la bella melodía del inigualable “Juanga”, “Déjame Vivir”, con aquella tonadilla pegajosa al estilo del Divo de Juárez, que dice “No, no, no no…” aplicada precisamente a los medios que ambos mandatarios de manera muy políticamente similar adjetivan como voraces y corruptos.
AMLO y Corral, con contextos, razones, sentidos y proporciones distintas, se sienten hermanados por lo que identifican como ausencia de profesionalismo, honestidad y buen periodismo en aquellos medios que les son críticos o francamente detractores, este hecho sin duda les ha penetrado en su imagen proyectada y deseada ante la vital opinión pública, remiten en alto grado al factor del dinero publicitario que tanto se derrochó en los sexenios respectivos y contextuales de Enrique Peña Nieto y de César Duarte Jáquez, respectivamente. Para ambos en su respectiva percepción y perspectiva, los medios virulentos son deshonestos y carentes de integridad, aun más, representan mafias del poder mediático, Corral los llamó “oligarquía mediática” en su reciente discurso acompañado literalmente por AMLO en Ciudad Juárez, que solamente velan en el fondo real por sus prerrogativas e intereses creados del poder y del dinero.
Definitivamente fracasó la última emboscada de esa “falange mediática”, ya no llegará el golpe final, el esperadomanotazo triunfal por parte de AMLO sobre el saliente Gobernador de Chihuahua, el tiro de gracia pues. Muy por el contrario, la gracia política fue concedida en el escenario que resultó no solamente terso sino francamente triunfal, toda una faena de habilidad política efectuada por el personaje que fue reconocido como un”hombre de ideas y gobernante honesto”. Quedará el reto enorme para los integrantes virulentos de tal falange, para recuperar el sentido de la credibilidad ante la opinión pública, ya no para con sus posiblemente generosos nuevos patrones. Se moverá el péndulo de la sobrevivencia de tales empresas ahora hacia el imprescindible servilismo oportunista, o bien habrá una rara especie de rectificación de ese periodismo “militante”, “partisano”,que encuentra en las fobias morbosas el nido en el alma de una ciudadanía, de un pueblo al que lamentablemente al parecer casi siempre se le puede manipular la vena rencorosa y vengativa, sea esta justificada o no.
Por lo pronto, toparon con el muro de esa íntima y cálida fraternidad política de un Presidente de la república a mitad de su mandato y de un Gobernador en cierre de gestión, que tiene la fortuna providencial que seguramente ha sabido cultivar con indudable inteligencia y destreza política.
Pues sí, AMLO y Corral, “Mellizos”.