Por Ethan Tejón Herrera.
Analista
Tal y cómo lo anunció esta misma semana el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden; “El futuro del sector del automóvil es eléctrico, y no hay vuelta atrás”.
Nuestro país vecino y principal socio comercial, se encuentra en una disputa comercial y geopolítica por liderar el orden internacional, con países asiáticos y europeos como principales competidores.
Una clave de aquella lucha, es ganar la “carrera” por la renovación de la industria automotriz.
Por lo tanto, Biden anunció esta semana su ambicioso plan “verde”, para liderar el sector automovilístico a nivel mundial y reducir las emisiones de carbono en una nación con más de 320 millones de habitantes.
La agenda estadounidense además pretende, que la mitad de los vehículos que sean vendidos en territorio norteamericano, utilicen energías amigables con el medio ambiente.
Un eje central de su agenda, fue la participación y compromiso de los llamados “Tres Grandes de Detroit” (General Motors, Ford y Stellantis), en acelerar la marcha para producir una mayor cantidad de vehículos con cero emisiones.
Sorpresivamente, la compañía Tesla, propiedad del multimillonario sudafricano Elon Musk, aclamada a nivel internacional por sus vehículos eléctricos, como, por ejemplo, el Tesla; no fue invitado al acto público del presidente estadounidense en los jardines de la Casa Blanca.
Una explicación podría encontrarse en la enorme cooperación, que sostiene el gigante de los negocios con el mercado chino.
Incluso cabe decir, que Musk se ha convertido en uno de los empresarios consentidos del régimen del mandatario Jinping.
Una prueba de ello, es la decisión de Musk de construir la fábrica más grande del gigante asiático, así como también su compromiso de “electrificar” los 5.000 kilómetros que unen de extremo a extremo la nación, con estaciones de servicio para autos eléctricos.
Por lo tanto, el discurso de la administración Biden más que de una retórica ambientalista se trató de un acto simbólico, mediático y político.
Las palabras expresadas por Biden, muestran que se encuentra presionado por meter el “acelerador” a la electrificación del mercado automotriz para ponerle un freno principalmente a China: el principal mercado internacional de autos eléctricos.
En el jardín de la sede del poder político estadounidense, comentó:” La cuestión es si vamos a liderar o quedarnos detrás en la carrera por el futuro; si produciremos estos vehículos y las baterías aquí o si vamos a tener que depender de otros países; si los puestos de trabajo que van a producir los vehículos y las baterías son empleos sindicalizados con buenos salarios”.
Mientras tanto, la Unión Europea a su vez anunció el plan ecológico más ambicioso en la historia de la humanidad; con un plazo fijado hasta 2035. China de momento se ha convertido en el principal dolor de cabeza de la hegemonía norteamericana, al igual que Rusia lo fue y ha continuado siéndolo durante varias décadas.
Mientras tanto, la industria automotriz en México tendrá al menos hasta ocho años para ponerse al corriente, con la agenda ecológica propuesta por el ejecutivo de EU.
Positivas resultan ser las noticias que han anunciado, las armadoras como General Motors (GM) o Ford, las cuales han prometido grandes inversiones y nuevos modelos eléctricos e híbridos en nuestro país.
Por su parte GM, anunció en abril del presente año una ambiciosa inversión por más de mil millones de dólares (USD) en una planta ubicada en Ramos Arizpe (Coahuila), mientras tanto Ford anunció que antes del 2022, presentará 16 nuevas unidades de coches eléctricos y 24 híbridos.
La pregunta del momento, será: ¿Biden podrá lograr su meta en el plazo fijado, en una nación donde menos del 2% de los vehículos recién adquiridos son eléctricos, en comparación del 10% europeos y que a su vez posiciona a los Estados Unidos en el top 20 a nivel mundial? *Los datos de las ventas de vehículos eléctricos de Europa y de los Estados Unidos, corresponden al año 2020.
