Tal vez el cielo pueda esperar, no así una llamada telefónica para el Papa.
Apartándose del protocolo, el papa Francisco tomó un teléfono celular que le alcanzó un asistente mientras se encontraba en el centro del escenario de una sala del Vaticano durante su audiencia pública semanal de los miércoles. Francisco, quien acababa de impartir la bendición, conversó animadamente durante unos minutos con quienquiera que se encontrase en el otro extremo de la línea.
El papa gesticulaba con una mano como si su interlocutor pudiera verlo mientras con la otra sostenía el artefacto junto a su oído izquierdo. Parecía estar explicando algo a alguien y no cesaba de hablar.