AMLO se ha convertido en permanente detractor de Enrique Krauze, destacado intelectual, historiador liberal mexicano, al parecer el tabasqueño pretende o desea “volver a la escuela” y Krauze al parecer le convoca inconscientemente a retornar o regularizar sus ánimos de aprendizaje estudiantil, cosa que por cierto le llevó largo tiempo cursar y validar en su aletargado proceso de escolarización universitaria, sin duda, quien hoy ejerce como presidente de la república y aspira a convalidar públicamente su condición de preocupado académico por la historia y la ciencia política, necesita volver a leer con seriedad y rigor, actualizado las fuentes efectivas de interpretación de la historia. El siguiente testimonio reflexivo del historiador Krauze, que hoy me permito exponer y que por cierto acaba de ser reconocido y condecorado en España por el valor de su aportación cultural, cosa que sin duda irritó al todopoderoso AMLO, es el núcleo del diferendo que ha venido escalando entre ambos personajes públicos, Voces Libres se permite entregar hoy, una parte en texto concentrado y escrito por Krauze el pasado 2 de Enero de 2019, justamente en la Revista Letras Libres, que bienaventuradamente dirige de largo tiempo a la fecha, titulado con puntualidad exquisita “El presidente historiador”:
“…López Obrador aspira a ser como Juárez, Madero y Cárdenas, pero sus actos perfilan otro modelo político, otra biografía del poder: mandar desde el principio, encabezar un régimen unipersonal y autoritario, centralizar el mando del país, no compartir el poder con nadie, ser el gran elector, poner y quitar gobernadores, nombrar magistrados del poder judicial, hacer del parlamento un departamento del ejecutivo, confeccionar la lista de diputados y senadores, tejer una red de hombres fuertes e incondicionales en todas las regiones del país, someter a sus adversarios, amordazar a la prensa, manipular las leyes a su modo, instaurar el culto a su persona, practicar el nepotismo, reinstaurar el ritual del “besamanos”, la foto oficial en las oficinas públicas, dejarse ver como un dios en todas partes y dejar que los suyos insinúen la posibilidad de la reelección. ¿No es ese el “estilo personal de gobernar” de Porfirio Díaz? ¿López Obrador lo ha estudiado con detenimiento para mejor imitarlo? …”
“…Andrés Manuel López Obrador ya hizo historia como líder social y político, como candidato presidencial. Nadie puede regatearle ese sitio. Pero su aspiración a hacer historia como presidente, aunque legítima, no está asegurada. Para hacer historia como presidente debería leer la historia con humildad. No usarla con fines políticos ni abusar de ella con distorsiones ideológicas. Acudir a ella como lo que es, una fuente de saber y sabiduría, no un oráculo o un evangelio personal. Haría bien en tomar lo mejor de cada período histórico, de cada gobernante, y ponderar su vigencia. Asimismo, para comprender y calibrar con el debido matiz nuestra circunstancia, debería interesarse en la historia de otros países, sobre todo los más afines. Pero, a partir de ahí, no mirar más atrás. No imaginar la historia como un desfile de héroes que culmina en él. No imaginar la historia como un libreto que desemboca en él. Mirar y mirarse en el presente difícil y azaroso. Mirar al futuro con visión y grave responsabilidad, buscando una verdad que no está, que no puede estar, en los textos de la historia…”
“…No es la historia del poder el mejor destino de México. Es la historia de la libertad, con su división republicana entre poderes independientes, sus salvaguardas frente al absolutismo, su pacto federal, sus elecciones libres (no tuteladas por el gobierno), sus antiguas y recientes instituciones autónomas, sus garantías individuales. “La libertad individual –escribió Daniel Cosío Villegas en 1951– es un fin en sí mismo (…) el más imperioso que el hombre puede contemplar.” Lo sigue siendo, lo será siempre. Ningún gobernante que la haya vulnerado tiene un pedestal en la memoria de los pueblos, incluido el pueblo mexicano…”
“…Un quehacer histórico consistente no tiene por qué ser incompatible con un quehacer político consistente. Pero hay situaciones incómodas para esa doble consistencia que en un momento dado obliga a escoger entre el interés general de conocimiento y el interés político del historiador. Quien, como Andrés Manuel López Obrador, politiza la historia, subordina el interés general de conocimiento a sus intereses políticos particulares. El verdadero historiador no está dispuesto a hacerlo…”
Aquí está el núcleo del malestar presidencial, es imposible mistificar intelectualmente la historia, hacerlo hoy simplemente es manipular creyentes y sí, confundir al pueblo. Quizá sería deseable abrir un nuevo set de producción del programa de AMLO llamado “las mañaneras”, con el sano objetivo de hacer inteligencia histórica real, tomando en cuenta que como el mismo personaje dice la comunicación debe ser “circular”, por lo tanto y dado el empecinamiento obsesivo del multimencionado personaje en contra de Enrique Krauze, de honestidad intelectual y justicia comunicativa, por elemental derecho de réplica, nos haría bien a los mexicanos todos presenciar con interés el diálogo o incluso debate que se diera con cobertura nacional entre el político y el historiador, sin patológicas obsesiones, con pretensiones de verdad.
Lo otro es pensar que AMLO se sentiría mejor haciendo historia que política, lo cual nos llevaría a inferir que estaría mejor ubicado en la “sobria aula” que en el palacio que hoy habita con notorio placer. Quizá fuera un caso más de muchos de una vocación tardíamente extraviada o encontrada, según se observe.
¿AMLO académico historiador?, No sería remoto que el todavía voluminoso séquito de creyentes ya estuviera presionando con todos los medios de poder a su disposición, para que se le otorgara la “condecoración meritoria”, a fin de cuentas, sí, propuesto por la máxima Casa de Estudios de México, la UNAM, por cierto, España lo hizo con Krauze, por qué no México lo replicaría con alguna útil institución “patito” propicia con el político tabasqueño, hoy en el supremo poder de su república populista…?
Si su Fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, es hoy un notorio y público “académico” plagiario, impuesto como miembro al Sistema Nacional de Investigadores, el SNI, por el “Conacyt de la 4T”, ¿qué tanto sería en ruta paralela reconocer al político tabasqueño como Doctor en Historia, por supuesto, Honoris Causa…?
Para que, por el bien de la Nación, controle su rencorosa obsesión por el historiador objeto oscuro de su deseo.