Luce entusiasmado por la posibilidad de retornar a actividad presencial en la conversación académica, con todo y las precauciones del caso, reconoce que la comunicación física cara a cara es insustituible en el quehacer pedagógico, en ese sentido, la docencia en el tema político es su pasión profesional, nuestro académico renueva con formación disciplinaria su contacto analítico con su siempre expectante y atenta audiencia,“…Lo que los partidos buscan hoy no es tanto llevar a efecto coaliciones de organizaciones sino de demandas, las viejas organizaciones se han vuelto líquidas y se difuminan en su generalidad, efectivamente lo que tenemos hoy es fundamentalmente una especie de “cartelización” de la política de partidos, es decir, la competencia electoral dejó de proyectar la alternancia como un
objetivo democrático constitucional, en favor del objetivo deformado de lograr una especie amafiada de integración social de las élites partidistas; se transitó desde el partido ideologizado corporativo tradicional, a la franquicia mercadotécnica y se aterrizó en la cartelización de agrupaciones debilitadas dispuestas a un pragmatismo rapaz en aras de la primitiva disputa inescrupulosa por el poder…”
“…Las coaliciones de demandas se “constelan” para constituir lo que el teórico Otto Kirchheimer bautizó como partidos “atrapatodo”, cuyo principal síntoma en el hecho de que los viejos partidos perdieran el interés por sus propios programas formales y más bien se interesaran por expandir con nulo pudor ideológico sus electorados sacrificando de tal modo a sus leales militantes tradicionales centrales, partidos como lo son hoy los clasificados en la categoría de populistas, integrados por segmentos sin perfil ideológico o programático claro muestran una membresía débil y un electorado de talla variable, que además es volátil y está cotidianamente aprendiendo a pensar que la política de partidos es perjudicial…”
“…La misma lógica de elecciones parece entrañar una tendencia que destruye a los partidos, porque la victoria electoral induce a todos los competidores a ampliar su consentimiento, en lugar de preservar su especificidad, de manera similar al libre mercado, la democracia electoral, permaneciendo desregulada, terminaría por favorecer el equivalente político de un monopolio o duopolio en la figura de la “cartelización”, que significaría el fin de la política de partidos tradicionales, destruyendo su lógica plural, para implantar la de los partidos cartelizados que es una especie de espectros mafiocráticos que parasitan en promiscuidad cómplice a los intereses de la democracia constitucional…”
“…Lo ocurrido en las elecciones del 6 de Junio reciente en Chihuahua es muestra cabal de la conceptualización en relación a los partidos cartelizados, es decir, la estrategia populista para expandir el consentimiento social avanzó sin duda no tanto en los resultados electorales “per se”, sino en la destrucción y desmembración de los
“agregados” partidistas existentes, orillándolos a establecer alianzas antes ideológica o programáticamente impensables, el populismo en todo México ha estructurado una estrategia de polarización que se ha sustentado en una retórica opositiva de los “antis”, especialmente el movimiento antisistema en lo específico, avanzando sin duda en una parte o facción de la opinión pública que se identifica emocionalmente con las demandas agregadas para la “constitución de un nuevo pueblo” …”
“…En este sentido, los contornos institucionales del PRI, el PAN y el PRD, los básicos partidos que dinamizaron el proceso de transición democrática en México, se desvanecieron al menos coyunturalmente en la cartelización que resultó ser su alianza en contra de la instauración cantada del régimen populista actual, el resultado electoral como ya se conoce fue valioso y estratégicamente inteligente, sin embargo, habrá que observar con análisis cuidadoso su permanencia, factibilidad y pertinencia en el juego de fuerzas que es hoy la política en México…” “…Por su parte, el “partido faccioso populista”, MoReNa, es todavía mas notoriamente una entidad política cartelizada, sus contornos ideológicos y programáticos son enteléquicos, caracterizados por su evidente ligereza táctica, agrupa con notoria ausencia de consistencia estructural a clientelas o incluso tribus de oportunidad electoral que en democracias un poco más desarrolladas serían simplemente impresentables…”
“…Imagine Usted, qué resultará finalmente de este proceso de mutación en Partidos-Franquicias-Cárteles…”